Me mueve la pasión por mi profesión y trabajo desde la responsabilidad hacia las personas con las que me comprometo. La formación es una constante en mi ejercicio profesional.
Dicen que soy una persona reflexiva, empática y sensible, características que me han llevado a elegir este camino de ayuda a los demás. La música tiene una gran importancia en mi vida y es uno de mis recursos de gestión emocional. A veces, oír música, cantar o tocar un instrumento nos conecta con aquello que no conseguimos alcanzar de una manera más racional.
El psicólogo, al igual que un buen músico, necesita poner una parte de sí mismo en su trabajo. La confianza en la capacidad de mejora de los pacientes y las emociones que se mueven en la sesión son genuinas y auténticas.